viernes, 13 de julio de 2007

FIGURAS DE ACAMBARO








En el sureste del estado mexicano de Guanajuato, se encuentra el municipio de Acámbaro. La arqueología clásica ha estudiado allí una primera población de indios Chichimecas organizados según una elaborada estructura política. El sistema de los Chichimecas, a los que los arqueólogos atribuyen una antigüedad "anterior a 1200 a.C.", seguía una centralización muy estricta, destinando el cobro de tributos para la realización de obras públicas. Sus antecesores constituían una de las culturas mesoamericanas más antiguas, la Chupicuaro, que evolucionó hacia la Teotihuacana hacia el 200 d.C. y hacia la Tolteca para terminar en la Purepecha hasta la época de la colonización colombina.
Waldemar Julsrud, un comerciante local aficionado a las antigüedades, atravesaba a caballo la colina que domina la villa de Acámbaro en Julio de 1945.
La estación de las lluvias había puesto a descubierto algunos fragmentos de cerámica sobre los que posó su atención.
Encargó a un albañil conocido suyo, de nombre Odilón Tinajero, desenterrar lo que le pareciera interesante. Tinajero trabajó en la ladera durante siete años, recuperando unos treinta mil objetos, entre los que no hay dos exactamente iguales. Esta enorme variedad es inédita en las civilizaciones desaparecidas, situando a la llamada "Cultura de Julsrud" a la cabeza de la creatividad prehistórica.Algunos de los animales representados, como los caballos y camellos americanos o el rinoceronte lanudo, desaparecieron hace más de un millón de años, a finales del periodo denominado Pleistoceno. Según el albañil Tinajero, las figurillas estaban enterradas por grupos, como formando bolsas de objetos, probablemente al haber sido ocultadas intencionadamente y no como fruto de la sedimentación o algún derrumbamiento.
El profesor Charles Hapgood envió al laboratorio de radiocarbono de la sociedad "Isotopes, Inc." algunas muestras de arcilla en la que se había introducido materia orgánica, susceptible de ser datada con el método del Carbono 14. El resultado del análisis aportó una antigüedad de entre 3490 y 3690 años, lo que sitúa su elaboración en torno al año 1600 a.C.
Los restos encontrados en Acámbaro son completamente falsos, al decir de una serie de arqueólogos tan expertos en la materia que la mayoría enunciaron sus conclusiones sin haber examinado los restos. Su dictamen se basa en las teorías que datan la desaparición de estas especies mucho antes de la aparición del ser humano, con lo que se juzgan las pruebas en función del veredicto, y no a la inversa como podría parecer lógico. Julsrud tenía su propia versión del fenómeno, según la cual las figurillas habrían sido hechas en la Atlántida, y pasado luego a los aztecas que optaron por enterrarlas ante la llegada de los españoles.